Homenaje al Dr. Sarno
PACIENTES
Durante más de cuatro décadas de trabajo clínico acompañado de una gran honestidad académica, y gracias a una aguda observación científica y un enfoque humanizado del padecer de sus pacientes, el Dr. Sarno sentó las bases para un nuevo paradigma en el abordaje del dolor crónico.
Sin embargo, en sus comienzos como médico fisiatra evaluaba a sus pacientes con dolor músculo-esquelético crónico a través de un examen clínico clásico, realizando inspección, palpación, pruebas funcionales y estudios complementarios por imágenes.
Luego de estas evaluaciones, diagnosticaba a los pacientes siguiendo los estándares académicos de la época, asociando por ejemplo, el dolor lumbar de sus pacientes a causas anatómicas y estructurales como protrusiones discales, pinzamientos o alteraciones de los ejes de la columna como rectificación, escoliosis, etc.
Observaba con mucha frecuencia que los pacientes obtenían al principio alguna mejoría de la terapia física y la medicación, pero para la gran mayoría de aquellos, el alivio del dolor era parcial, no se sostenía en el tiempo y volvía después de finalizar el tratamiento.
Algunos pacientes ni siquiera manifestaban mejoría y lo que era peor, su condición física empeoraba por la restricción del movimiento que sugería el propio doctor.
La frustración del Dr. Sarno crecía al ver que la mayoría de los pacientes con dolor crónico no mejoraban, ni sustancial, ni sostenidamente.
Se cuestionó lo que nadie había hecho hasta entonces: ¿era el modelo diagnóstico acertado? Sarno comenzó a sospechar, por cuestiones que en principio no comprendía, que los diagnósticos que él y sus colegas realizaban a diario, debían estar equivocados.
El buen doctor también comenzó a darse cuenta a través de su propia observación clínica lo que hoy ya es un hecho comprobado científicamente: los hallazgos de anomalías estructurales en la columna y otras articulaciones, no se correspondía con el nivel, ni el tipo de dolor de sus pacientes.
Sarno comenzó a observar un patrón típico que se daba en estos pacientes aquejados de dolor músculo-esquelético persistente; una serie de características que solían presentarse en la gran mayoría de las personas que lo consultaban y a las que nadie antes había conectado con el dolor.
Así, los pacientes con lumbalgias y otros dolores músculo-esqueléticos, sufrían además y con mucha frecuencia, migrañas, gastritis, colon irritable, bruxismo, erupciones cutáneas, alergias y otras afecciones que ya en esa época habían sido asociadas al estrés crónico.
Muchos de ellos además pasaban o habían pasado por períodos de ansiedad, depresión incluso sufrido ataques de pánico y otros trastornos que apuntaban directamente al estrés, como el insomnio y la fatiga crónica sin causas orgánicas concretas.
Para Sarno todas estas manifestaciones sintomáticas no eran entidades patológicas separadas, sino que representaban ¨distintas ramas de un mismo árbol¨; es decir todas provenían de un mismo fenómeno mente-cuerpo o psico-somático al que denominaría Síndrome de Miositis tensional
Los pacientes con dolor crónico mostraban una tipología de personalidad que llamó mucho la atención de Sarno. Estos pacientes solían ser muy responsables, con tendencias perfeccionistas y altos niveles de exigencia y auto-crítica.
Además, presentaban un rasgo particular muy acentuado de auto-exigencia por tener que complacer a otros (people pleasing), generalmente acompañado de baja auto-estima y susceptibilidad a la crítica.
Estos pacientes padecían una enorme presión interna por esforzarse constantemente en ser buenas personas, no mostrar enfado y agradar a toda costa.
Infirió que este tipo de personalidad buenista, combinada con el perfeccionismo y la auto-crítica generaría grandes cantidades de rabia y presión interna en estas personas, y que de alguna forma esto desembocaría en síntomas psico-físicos y altos niveles de estrés.