Cómo hablarle al paciente y generar un vínculo terapéutico.

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El paradigma bio-psico-socio-espiritual en el que se sustenta el Modelo RID pone el énfasis en el trato humanizado y la empatía con el padecer del paciente.

Si bien todos sabemos que un trato humano, cálido y segurizante es una cualidad muy deseable en cualquier disciplina del ámbito de la salud, es particularmente en el tratamiento del dolor crónico cuando adquiere mayor relevancia.

Las personas que padecen dolor y otros síntomas crónicos pueden que lleven décadas luchando con sus síntomas y muy probablemente hayan pasado por numerosos estudios y tratamientos de toda índole (muchos de ellos invasivos).

Dichas personas, llevan gastando mucho tiempo, dinero y energía sin encontrar un alivio sustancial y deben muchas veces pasar por ámbitos en donde no son escuchados realmente en su padecer, o en donde sus síntomas son desestimados porque no se les encuentra ¨nada malo¨ en sus cuerpos que justifique el dolor y los síntomas.

Ahora sabemos que el dolor crónico es un fenómeno más semejante a una experiencia emocional que física, en donde factores como la personalidad, las experiencias pasadas y situaciones estresantes de toda índole son la verdadera fuente del dolor crónico y muchos desórdenes psicofisiológicos.

Conectar y resonar empáticamente con el paciente, permitirle hablar de su historia, sus miedos, escuchar su dolor emocional y tranquilizarlo con información adecuada a su estilo comunicacional, ya resulta de por sí una intervención terapéutica poderosa.

Por lo tanto, un vínculo terapéutico que genere confianza y seguridad en el paciente es condición sine qua non para la efectividad del tratamiento del dolor crónico.

TIPS ESENCIALES PARA ESTABLECER UN ADECUADO VÍNCULO TERAPEUTA-PACIENTE.

  • Establecer desde el inicio el vínculo terapéutico

Crear una conexión de empatía con el o la consultante para que se comunique con menos resistencia. Tener siempre presente el lenguaje no verbal para poder espejarse con el paciente y sincronizarse replicando su postura, gestos, respiración y otros factores que faciliten la creación del vínculo.

  • Escuchar al paciente.

Disponer una escucha abierta y humana sin juicio. Sobre todo, permitirle que termine de hablar antes de hacer preguntas.

  • Ofrecer tiempo

Especialmente en las primeras sesiones ofrecer tiempo es esencial. El tiempo otorgado en esta instancia inicial es tiempo ahorrado a posteriori en el proceso terapéutico.

El paciente tiene una larga historia de padecimiento y muchas veces cree que es demasiado para contar todo. Dar tiempo para escuchar su “historia”. ➢ Interrogar sobre diagnósticos y pronósticos recibidos. Prestar especial atención al alto impacto psicológico de algunos diagnósticos o pronósticos de irreversibilidad. También preguntar sobre la sugerencia de cirugías u otros tratamientos invasivos que haya recibido. Estos diagnósticos e indicaciones son muchas veces traumáticos e implantan creencias condicionantes a veces por años o décadas. ➢ Preguntar sobre tratamientos previos. Empatizar con la ineficacia de los numerosos tratamientos probados y el coste emocional y energético que le ha implicado al paciente. ➢ Registrar el lenguaje descriptivo que usa el paciente para referirse a su padecimiento Utilizar este lenguaje particular del paciente para repreguntar o realizar devoluciones. Ejemplo: “siento un puñal clavado”, “me quiero arrancar la cabeza”, “como un peso en los hombros”; Esto ayuda a empatizar y validar la experiencia subjetiva de “su” dolor o síntoma particular. En otras palabras “hablar su idioma”, por ejemplo: en vez de preguntar ¿cómo es ese dolor que sientes ahí? Usando su propia frase se pregunta: ¿cómo es ese puñal clavado que sientes ahí? ➢ Detectar las señales no verbales en relación con la emergencia de emociones Esto es importante para aprovechar la oportunidad de indagar sobre lo que está sintiendo el paciente y facilitar la expresión emocional in situ. Ej: si el paciente durante el relato inicial cambia su tono de voz, o se humedecen sus ojos, o cambia su coloración facial etc., hacerle la pregunta: ¿qué estás sintiendo en este momento? ¿Dónde lo sientes en tu cuerpo? Este tipo de intervenciones validan las emociones y el sufrimiento a la vez que permiten detectar los temas más sensibles para el paciente. ➢ Preguntar las repercusiones del dolor en su vida Los pacientes con dolor y afecciones crónicas sufren muchas veces de desesperanza y su calidad de vida se va viendo socavada por la tiranía del dolor. Por ello recomendamos reconectarlo con sus valores más profundos para devolver una motivación más allá del alivio de los síntomas. Preguntar: “¿Qué dejó de hacer o no puede hacer por el dolor? ¿Quién sería o que haría sin su dolor? ➢ Afirmarle la experiencia del dolor. Explicar que el dolor es real, que no lo está inventando ni exagerando. Preguntar sobre si su padecer es validado o no en su entorno cercano, por su pareja, su familia, en el trabajo. Preguntar: ¿Le han dicho que no tiene nada, que está en la cabeza o que su dolor no es justificado o real? ¿Qué le hace sentir eso? Sobre todo, la falta de validación por parte de los médicos es una fuente de mucha ira, impotencia y frustración. ➢ Contextualizar y restaurar la esperanza: Destacar y mencionar la alta prevalencia de dolor crónico primario sin causa estructural y las afecciones psico-fisiológicas. Tranquilizar con que no es algo extraño ni inusual y que la mayor parte de la comunidad médica desconoce los nuevos conceptos y tratamientos. Restaurar la esperanza y afirmar la posibilidad real de curación: ¨crónico no es igual a irreversible¨. Importante: Utilizar la palabra persistente en vez de crónico ya que subconscientemente suele estar asociada a patologías irreversibles e incapacitantes.

Resumen: Diez ítems para Generar el vínculo terapéutico.

  1. Establecer el vínculo terapéutico y dar seguridad
  2. Escuchar sin interrumpir
  3. Ofrecer tiempo (sobre todo en la primera entrevista)
  4. Interrogar sobre diagnósticos y pronósticos recibidos
  5. Notar y empatizar sobre la ineficacia de tratamientos previos
  6. Registrar el lenguaje descriptivo del paciente y “hablar su idioma”
  7. Detectar la emergencia de emociones, permitirlas y expresarlas.
  8. Preguntar sobre las repercusiones de los síntomas en su vida.
  9. Afirmar y validar la experiencia del dolor.
  10. Contextualizar y restaurar la esperanza